Queridas alumnas y alumnos de 6º
Sois la doceava promoción del CEIP Huerta de Sta Marina,
terminando vuestra Primaria de una forma inaudita, como nunca antes sucedió.
Estamos ya en el tiempo de la despedida y como todo es
tan extraño todavía, tenemos que inventar una nueva forma de hacerla,
alargándola hasta el momento en que podamos concluirla viéndonos tod@s junt@s y
ojalá con un abrazo.
Este año vuestra despedida coincide con la mía, por eso
es muy especial y aún más emocionante para mí.
Algunos lleváis en el colegio 9 años, otros habéis venido
más tarde… para mí son 12 años de directora que voy a dejar atrás.
Cuando se acaba una etapa de la vida y se va a empezar
otra, es un buen momento para sacar algunas conclusiones sobre lo aprendido. Yo
quiero compartir con vosotr@s algunas de las que estoy apuntando en mi diario,
por si os pueden ayudar.
Estoy muy contenta
y agradecida por todo lo que disfrutado y aprendido en este colegio gracias a
vosotr@s , a mis compañer@s, y a todas las familias.
Se me ha ocurrido una imagen para resumirlo y contar cómo
me he sentido durante estos años. Diría
que he estado viajando continuamente entre dos mundos paralelos, uno que llamo
“Quejilandia” y el otro “Gratilandia. He
aprendido a hacer una especie de mapa con señales que me sirven para darme cuenta de en cuál de ellos estoy y así poder decidir
si me quedo allí más tiempo o si quiero cambiarme. La conclusión es que,
gracias a estas señales, ahora consigo salir muy rápido de Quejilandia, aunque
a mi pesar, todavía vuelvo a menudo.
Sin embargo, un pequeño y sutil movimiento dentro de mí y
me desplazo a otro mundo donde el trabajo no me cansa apenas y me siento
tranquila, confiada en que, sea como sea, estará bien. En mi cabeza ya no hay
obligaciones sino deseos, me digo: Quiero vencer mi pereza…, quiero cumplir el
plazo que me han dado …, quiero ayudar a esta persona…, quiero conseguir que
funcione aunque me cueste…, quiero aprender a tener más paciencia”. Son deseos que elijo porque quiero y entonces el
esfuerzo no me pesa.
Claro que preferiría quedarme en Gratilandia para siempre, sin embargo me doy cuenta que he vuelto a Quejilandia,
cuando otra vez me siento frustrada e impotente por no poder solucionar los
problemas que veo, entonces me centro en mirar lo que no funciona y pienso que me
falta de todo, que soy torpe y lenta, además me enfado con la torpeza de los
demás, siento que no me escuchan, que no me hacen caso, que no sirve lo que
hago o digo…. ¿Cómo salir de ahí? A
veces el malestar es tan adictivo que no quiero salir, solo contárselo a
alguien y que me escuche… Pero siempre me llega un momento en el que me canso
de mis quejas… y recuerdo que hay otro mundo. Ante la misma situación puedo fijarme en lo
que sí funciona, empiezo a darme cuenta
de que tengo cosas muy valiosas, por ejemplo que mi corazón funciona
perfectamente, que puedo respirar, que no me duele nada, pienso en las personas
que me apoyan y me quieren, que cada día en mi trabajo puedo escuchar la risa
de l@s niñ@s jugando (menos en el confinamiento claro y lo he echado muchísimo
de menos desde luego) …
Así desaparece la
preocupación y en ese momento, todo parece funcionar solo, con una fluidez que
me sorprende. Me entra una alegría enorme ante las cosas más sencillas, como
veros saludándoos en las filas del patio por las mañanas, el olor del azahar en la entrada al gimnasio
mientras ayudo a un niño a quitarse los zapatos, la algarabía de voces cuando
bajáis por las escaleras para ir al recreo, las flores de la jacaranda que se
acumulan en el suelo, una niña que me sonríe al entrar …
Me he preguntado a menudo, cómo conseguir quedarme en
Gratilandia. Estoy contenta porque cada vez paso más tiempo allí; trabajar en
este colegio me ha ayudado muchísimo, es un verdadero privilegio y orgullo
haber compartido un Sueño con personas como las que aquí han estado o están.
Pero aún me falta mucho que aprender todavía para evitar
volver al mundo de las quejas. De momento estoy satisfecha con saber salir lo
más rápido posible.
Los detalles que
os estoy contando son pistas que he encontrado para conseguirlo. Pero me falta contar el detalle más
importante, del que me habéis oído hablar muchas veces; a mí me ha costado muchísimo
practicarlo, por eso precisamente es con el que más he aprendido. Puedo decir
que ha sido el reto más difícil y del que me siento más orgullosa.
Tiene que ver con el rechazo que he sentido hacia algunas
personas con las que he trabajado en estos 12 años, porque pensaban distinto o eran
muy diferentes de lo que yo esperaba. En
esas ocasiones hubiera preferido trabajar solo con personas que me gustaban y
que querían lo mismo que yo. No podía
evitar enfadarme. Y era una enorme
contradicción, porque yo siempre he defendido que la diversidad es riqueza, que
hay que aprender a trabajar en equipo no solo con l@s amig@s, no solo con las
personas que se te parecen.
Gracias a esas
situaciones incómodas, he conseguido mirar con respeto a alguien que me
cuestiona, que me
Gracias a esas dificultades
he podido entender el significado de “nadie sobra”, eran mi oportunidad para superarme…
y cuando he conseguido mirar a esas personas con verdadero agradecimiento, algo
grande ha pasado dentro de mí de lo que me siento orgullosa.
No creáis que al colegio solo vienen a aprender los niños
y niñas, los adultos también. Tod@s
estamos aprendiendo a comunicarnos con respeto y cada paso que avanzamos nos
ayuda a estar más felices. Ese es el premio.
Sé que vosotr@s habéis aprendido mucho también y os
felicito por ello. Ojalá podáis permanecer en la felicidad del agradecimiento
todo el camino que os queda por delante.
Ahora este colegio se os ha quedado pequeño y l@s que os
hemos visto crecer en estos años, observamos con orgullo cómo el futuro en el
instituto os provoca sobre todo curiosidad e ilusión y nos alegramos de corazón
porque estamos segur@s de que os va a ir muy bien.
Yo también continuaré mi camino en otro lugar, llevándoos
en mi corazón con mucho cariño y a todas las personitas preciosas con las que
he compartido estos años en el colegio Huerta de Santa Marina, nuestro colegio
para siempre.
Maribel Vidaller Ferró
Hola Maribel.
ResponderEliminarLástima que no voy a llegar a conocerte personalmente, porque mi peque entra en el cole (si es posible) este año.
Pero siempre he oído cosas buenas de ti. Y ahora, leyéndote, de lo que escribes, solo se desprende sensatez, comprensión y humildad.
Mucha suerte en tu camino. Los cambios siempre son para mejor.
Un abrazo, Irene